Si te sumaste en esta entrega te dejo el enlace a la Bienvenida al Club de Lectura e Introducción al libro El Arte de la Felicidad para que puedas ir poniéndote al día. Si lo prefieres, en el canal de Télegram tienes la opción de escucharlo en audio.
Capítulo 2
Las Fuentes de la Felicidad
El capítulo sobre las fuentes de la felicidad comienza contando la historia de dos personas, amigas del autor, que a pesar estar viviendo momentos trágicos en sus vidas, encontraron una enorme cantidad de razones por las cuales estar muy agradecidas y ser transformadas positivamente por estas experiencias.
En el aspecto contrario, estudios demuestran que por ejemplo, pasado un tiempo de haber ganado la lotería, esas personas que vivieron un gran acontecimiento de triunfo, no son mucho más felices que antes.
Con esta introducción nos lleva suavemente al punto principal de este capítulo que anuncia que “La felicidad es determinada más por el estado de nuestra mente que por sucesos externos”
Desde el punto de vista de la psicología occidental se plantea que existe un proceso llamado adaptación, en donde a pesar de que existan fluctuaciones de nuestra mente y momentos en donde estemos más felices y otros en donde estemos más deprimidos, nuestra felicidad siempre vuelve a un estadío base.
También lo podemos ver en nuestra vida habitual y con situaciones cotidianas que por un momento nos alegran o suben el ánimo (como conseguir alguna meta, un aumento de sueldo, obtener el reconocimiento que deseábamos, algo nuevo que queríamos, etc) pero pasado un tiempo, ya volvemos a nuestro estado de felicidad habitual.
Lo mismo pasa para el otro lado: discusiones, tensiones o malos ratos nos generan estados de enojo y mal humor, pero al cabo de un tiempo, más corto o largo, el buen ánimo vuelve a surgir.
Entonces, si vamos pendulando entre los estados pero siempre, más allá de las condiciones externas que se presenten, regresamos a un nivel de felicidad estable que es nuestra personalidad característica, las preguntas que plantea el autor son:
¿Qué determina esta base de la cual siempre partimos?
¿Se puede modificar?
¿Se puede setear en un nivel más alto?
La ciencia y la psicología revelaron que una pequeña parte de esta felicidad está relacionada con nuestra genética pero es el factor mental el que más involucrado está en el proceso cognitivo y de él depende nuestra perspectiva y satisfacción, más que de la condición absoluta que estemos atravesando, por lo que es importante dedicarle la atención y el trabajo que requiera.
¿Qué es lo que moldea nuestra percepción, perspectiva y satisfacción/insatisfacción que causa la felicidad o infelicidad?
El autor y el DL exploran y enumeran los siguientes puntos:
- La mente comparativa
- El contento interior
- Autoestima
- Felicidad vs Placer.
La mente comparativa:
“Nuestro sentimiento de contento está muy fuertemente influenciado por nuestra tendencia a la comparación”
Constantemente comparamos una situación con otra, este momento con uno anterior y a nosotres con otras personas, sobre quien es mejor, mas bonite, inteligente, exitose, etc.
Ante esta situación el autor plantea que la cuestión está en la perspectiva y en observar sobre qué o quién nos comparamos. Porque si nos comparamos siempre con quienes son más dichoses que nosotres, es normal que sintamos frustración pero en cambio, podemos aumentar nuestro sentimiento de felicidad al compararnos con quienes tienen menos suerte que nosotres y ver realmente cuán afortunades somos en contar con lo que sí tenemos.
El DL sin embargo aclara que “aunque es posible alcanzar la felicidad, es un trabajo dificil porque tiene muchos aspectos” y esto podemos verlo claramente analizando los elementos que comúnmente se conoce que contribuyen al contento; Como la salud, la riqueza y la amistad, entre otros.
Sin embargo, podemos contar con todos o alguno de estos bienes y aún no ser felices, porque, como se mencionó anteriormente, todo depende de la perspectiva que le brinde nuestro estado mental.
Si al tener posibilidad de contar con estos aspectos que favorecen a la felicidad los utilizamos con un buen fin, vamos a contribuir a un aumento de la felicidad a largo plazo.
Si por el contrario, contamos con estos aspectos pero con una actitud incorrecta frente a ellos, solo nos van a dar felicidad a corto plazo y poco o nada van a modificar nuestro contento a lo largo de la vida.
Por ejemplo, puedes tener salud hoy pero albergar sentimientos de dolor u odio que finalmente serán insalubres para el organismo. Además, con una mente extremadamente agitada, el confort físico realmente no es de gran ayuda.
Por el contrario, si la mente está en calma, se puede tener una enfermedad o falta de salud y aún encontrar felicidad.
Asimismo, y se ve muy claramente en el desarrollo de la sociedad actual, la riqueza o la posesión de bienes materiales no necesariamente nos traen felicidad o el sentimiento de completitud que se buscaba al adquirirlos.
De igual forma nos puede pasar con las amistades, si nuestra actitud es odiosa o enojada, hasta la presencia de un amigo o familiar que nos acompañe nos puede parecer molesta o fastidiante.
Entonces es tan importante la influencia que nuestro estado mental ejerce en la determinación de nuestra felicidad, que deberíamos realmente dedicarle la atención que merece.
Cuanto más calma se encuentre nuestra mente, mayor paz mental y habilidad de disfrutar una vida alegre y feliz, aún así no cuentes con todos los factores externos que en principio serían requisitos para alcanzar la felicidad.
Y aclara el DL, que es importante no confundir la calma mental con un estado apático, distante o desinvolucrado. La calma mental está enraizada en el afecto y en la compasión.
Contento interior
Este concepto nos acerca a la idea de desarrollar un estado en que estamos conformes con lo que hay.
En la vida capitalista en la que crecimos y vivimos es muy difícil no estar influenciado en el deseo comprar el último modelo de lo que sea, o tal o cual bien que se nos bombardea desde la publicidad creando la necesidad.
Frente a este planteo, el Dalai Lama nos comenta que existen 2 tipos de deseos, que unos son positivos como el deseo de un mundo pacífico, amigable o feliz y otros que por el contrario nos llevarán hacia el conflicto, son negativos e irracionales.
El DL nos cuenta que a veces, cuando va al supermercado y ve tantas cosas lindas, se ve invadido (como todes) por este deseo de comprar y adquirir eso que hay y quiere.
Pero luego, surge de él este segundo pensamiento en donde se pregunta “Realmente lo necesito? Y generalmente la respuesta es que no”.
Entonces plantea que debemos reflexionar sobre si nuestro deseo es razonable o no y que para ello, también debemos tener en cuenta el contexto en el que vivimos y nos desarrollamos porque en el deseo de perseguir mi satisfacción, puedo generar disconfort a alguien o a mi entorno y terminar causando problemas.
La clave para diferenciar un deseo positivo de uno negativo no es la inmediata satisfacción que te genera sino si finalmente las consecuencias de él son positivas o negativas para todes.
Por otro lado, nos advierte que desear excesivamente o estar súper expectante con todo también puede conducirnos a la avaricia, que no es más que la acumulación de sentimientos de frustración, decepción y confusión en la que nada de lo que tenemos o adquirimos nos satisface plenamente.
¿Cuál es el antídoto a la avaricia? La práctica del contento. En donde la adquisición o no de aquello deseado no es relevante para tu estado de alegría.
Seguir por el camino de la avaricia en donde satisfacemos incansablemente todos los deseos que se nos presentes, nos llevará a que eventualmente, nos vamos a encontrar con algo que no podamos satisfacer y llegado este punto solo tendremos sufrimiento,
En cambio, en el camino del contentamiento la propuesta está en apreciar y querer todo aquello con lo que ya contamos.
Valor interno
Para continuar trabajando en la perspectiva que finalmente nos acercará a la felicidad, junto al sentimiento de contento, también podemos desarrollar nuestro sentido de amor propio.
Pero no habla de la autoestima como amor hacia la persona o personaje que somos sino al amor que existe en nosotros como seres humanos, ese vínculo que ya te convierte en un ser digno y valioso.
Ser un humano es una sociedad humana es un vínculo que todos tenemos con todos y esa comunidad es una gran fuente de consuelo en caso de que perdamos absolutamente todo lo demás, como le pasó a él mismo al tener que dejar su Tibet natal y toda su vida atrás.
Si todo el valor de una persona en una comunidad depende de sus bienes materiales o su fortuna, corre el riesgo de que, si lo pierde todo, nada lo una a sus vínculos, perdiendo a ellos también y sin el afecto y la conexión con otros seres humanos, la vida se puede volver difícil.
En cambio si una persona es cálida, próxima, afectiva y compasiva, tiene consigo una fuente inagotable de valor y de sensación de dignidad que va con ella, sin importar en dónde esté o cuanto tenga.
Felicidad vs Placer:
Aunque a simple vista parece sencillo de diferenciar, muchas veces confundimos felicidad con placer.
La verdadera felicidad está más relacionada a la mente y al corazón que a la satisfacción de deseos físicos porque principalmente, estos últimos son inestables.
Cuando en el día a día tenemos que tomar una gran cantidad de decisiones, siempre tratamos de buscar la mejor opción y por más que busquemos y busquemos, “la opción correcta” generalmente no es quizá la ideal en un sentido personal, porque va a requerir que salgamos de nuestra zona de confort o el sacrificio de alguno de nuestros placeres.
Ya Epicuro, que basaba todo su sistema en la satisfacción del placer, advirtió sobre la importancia de desarrollar moderación, reconociendo que una desenfrenada devoción a la satisfacción de los deseos sensuales solo puede causar problemas.
El DL nos propone el sencillo e inequívoco trabajo de recordarnos continuamente que lo que buscamos finalmente es la felicidad y eso es lo que debemos tener en cuenta al momento de tomar una decisión para discernir sobre si la propuesta será constructiva o dañina para este fin último. Con esto en mente, ante cualquier decisión que haya que tomar, debemos preguntarnos: ¿Me traerá felicidad?
Enfrentar las decisiones del día día desde esta perspectiva nos será de gran utilidad para dejar de lado aquellas cuestiones que no van a favorecer al camino y por el contrario, a abrazar aquellos desafíos que nos acercarán a construir una felicidad duradera que no se vea condicionada por las fluctuaciones de la matrix en la que vivimos.
Sabiendo que elegimos lo que elegimos por la búsqueda de este fin, nos alejará de la sensación de estar privandonos de algo y nos permitirá forjar el carácter desde una perspectiva constructiva, que abraza la vida y va en pos de la felicidad, teniendo un profundo efecto que nos vuelve más receptives y abiertes a la alegría de la vida.
¿Qué te parece la propuesta que nos acerca este capítulo?
A mi me gusta observar cuales son aquellas cosas que considero me traer felicidad y ver si las puedo ubicar en estas categorías que mencionan:
¿Realmente necesito aquello que deseo?
¿Me trae felicidad o solo satisface mi placer momentáneo?
¿Es positivo solo para mí?
¿Afecta negativamente o aporta alegría a mi entorno?
¿Alimenta o deteriora mi valor interior?
¿Tiene sentido que analice lo sucedido desde una comparación que ya no es apropiada?
¿Puedo reconocer lo afortunada que soy al contar con lo que cuento a pesar de que me falta lo que me falte?
¿Puedo reconocer que mi situación podría ser mucho mucho peor de lo que creo que es?¿Hago mi trabajo consciente y voluntario para desarrollar las actitudes de agradecimiento y contento que me acercan a un estado de felicidad duradera?
¿Me estoy haciendo dramas innecesarios?¿Qué obtengo de ellos?
Otro punto que me encanta de este capítulo es este recordatorio de que para ser, no hay nada que tener más que el amor, la apertura y la compasión de vernos en sociedad como red, sostén, apoyo y merecedores de la misma dignidad y valor que otres.
Nuestra cultura capitalista nos enfrenta, compara y muy confundidamente define nuestro valor por los bienes materiales que tenemos, el puesto que ocupamos, los lugares a los que vamos y los lujos que nos damos, generandonos una tensión por alcanzar, sostener o perder los estándares impuestos cuando nada de eso es lo que somos o nos otorga valor, calma, felicidad, contención y contento a largo plazo.
Y es, según mi punto de vista, desde el cultivo de estas emociones positivas que podemos brindarnos a nosotres mismes y a nuestros vínculos, nuestra mejor versión como granito de arena a un mundo con más amor.
Por mi parte, el desafío lo encuentro muchas veces en la presión social por la perfección y en esta mentirosa idea de que mejor no hacer nada que hacerlo mal o a medias.
En este camino, hacia la construcción de una felicidad verdadera, es obvio que no vamos a tomar siempre las mejores decisiones para nosotres y les demás, que no vamos a poder siempre tener este segundo pensamiento que nos aleje de caer en la tentación del placer y probablemente, algún día me despierte con la perspectiva confundida, deseando mucho más de lo que tengo.
Pero reconocer con amor, paciencia, apertura y humildad mi naturaleza humana y la enorme posibilidad de que mi perspectiva no sea completa y me equivoque, me permite ganar aprendizajes en el camino que muestren las tendencias y desafíos que existen en esta personalidad sobre los que puedo trabajar incansablemente para superar de forma constructiva en pos de una felicidad estable y duradera, que es el fin y el mismísimo camino en esta vida.
Me encantaría que me cuentes tu punto de vista y si este capítulo sobre las fuentes de la felicidad te identifica o interpela y desde dónde.
Y si además, me querés contar qué te parece (hasta ahora) esta lectura y espacio, será muy bienvenido.
Nos vemos en la próxima entrega, en donde vamos a explorar el entrenamiento que podemos darle a nuestra mente para la felicidad.
Deseo desde lo más profundo de mi corazón que tengas un maravilloso día.
Y no te olvides que nos tenemos.
Cariños,
Mercé
Deja una respuesta